lunes, 3 de noviembre de 2008

Reflexiones en torno a la libertad

Qué importa quién es el que lo esté haciendo en este momento: los fans, los súbditos, los hijos, la madre, el padre o el espíritu santo. El sexo es un punto de convergencia. Las estadísticas no importan cuando algo es seguro: si un individuo fuertemente armado ingresara en el recinto sagrado en el que dos personas hacen el amor,
1. Ninguno de los dos se percataría de la extraña presencia;
2. De hacerlo, le restarían importancia;
3. Antes de pensar en huir, se cubrirían el cuerpo con las sábanas (solo el ser amado puede ver el cuerpo desnudo, aunque ene cantidad de personas diariamente lo adivinen bajo las ropas ajustadas);
4. Qué mejor forma de morir, pensarían;
5. “Primero terminamos lo que estamos haciendo” (el enamorado nunca habla en singular);
6. “¿Quién lo invitó?”

En estado de ebriedad (o en momentos de reflexión) se puede pensar que hacer el amor es fundamental para la supervivencia (no de la especie, sino del potencial suicida que querrá matarse por la distancia que media entre éste y su amante), igual que instantáneamente y por un proceso desconocido para el ser humano promedio, se extrañan amistades que hace mucho se dejaron porque no eran saludables. Igual pero no del todo. (Entonces no es igual. [Sí lo es porque lo que los impulsa es exactamente lo mismo: el alcohol. Lo importante es que en sobriedad probablemente se estará de acuerdo con lo antes planteado]).
Lo relevante es que los amantes se aman. De manera incontrolable. Siempre. Cada día más que el anterior. Precisamente por eso se entretienen discutiendo por nimiedades. Por eso tardan en llegar a la cita prevista, cuando antes de ser pareja oficialmente podían llegar en tiempo record a cualquier lugar del área metropolitana. Por la misma razón pueden soltar un comentario negativo, por más nimio que sea, contra su pareja.
Pareja. Nunca son 1. adj. Igual(es) o semejante(s). Alguien siempre quiere más. Querer en el sentido de amar y en el de desear. La escala para ambos puede ser casi igual, pero nunca del todo. ¿Qué importa entonces? Exactamente eso es lo que se les debe preguntar a las parejas cuando pelean y se reclaman tonterías que en las películas taquilleras jamás se tomarían en cuenta.
Las parejas enamoradas se dicen cosas como “every good thing that I do is you” o “I’ll do anything”, poniéndole amor y un oportuno “I’ll do you” antes de la frase. El enamoramiento, después de todo, no es mera idealización. Es acción. Entropía. Volver a empezar todos los días. Olvidar (para sobrevivir). Es sexo. Enamoramiento sin sexo es puro y desgastante deseo. El pudor tiene cabida en el enamoramiento, pero en retrospectiva seguramente se pensará que para qué tanto esfuerzo; para qué esconder la humedad entre las piernas si lo único que se consiguió fue 1) ser abandonado 2) que el sexo pulsara sin cuartel.
El enamoramiento implica llorar o tener ganas de llorar en público alguna o varias veces en la vida, ceder, aguantarse, gritar, guardar secretos de secretas venganzas, tener ganas de escribir aunque ni un ápice de redacción sépase (sic), tomar seriamente comentarios que de haber sido realizados a otras personas jamás habrían sido notados, tener un lenguaje semisecreto, guardar olores para tiempos precarios, a cada ridículo paso preguntarse por la opinión del ser amado y así ad infitum.
Eventualmente todo ser humano llega a esas conclusiones. El sexo y sus eufemismos (hablar de las otras necesidades básicas no es tan controversial o interesante) ponen al individuo en un mismo plano. Todos somos iguales. Lo dice la Declaración Universal de Derechos Humanos.
¿La salida fácil? Tener dinero, delinquir, ingresar a un penal, rentar una celda VIP por 90mil pesos al mes, contratar prostitutas y dejar el enamoramiento a las personas que no tienen nada mejor que hacer.

3 comentarios:

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

Cada vez me parece más sólido tu estilo, me alegra (este tipo de cosas me emocionan :) Ha sido un poco con pesar no haberte encontrado últimamente para charlar. Mira, creo que hablo un poco de algo similar acá: :].

Un abrazo.

Adrián Santuario dijo...

para
el amor
me preparo
con
la divina
anticipación

y del sexo, por supuesto

algún
día
ya no
funcionarán
mis luces
'ereccionales'

MSL dijo...

Entonces en el punto de convergencia, es el punto de la libertad..¿?