viernes, 17 de octubre de 2008

Elitismo por selección natural

El dolor acompaña y entonces el que lo padece no puede sentirse solo. Ese algo está ahí sempiterna, intermitente u ocasionalmente, no importa, el caso es que está. Después del dolor ya no se es el mismo: no se puede hablar más del individuo pre-padecimiento. La migraña desgasta, cansa, aturde, imposibilita por unos segundos, a veces minutos.
La punzada no viene por algo de fondo, no se presenta como síntoma; quizá sí como efecto pero quién sabe de qué. Entonces es como si llegara de improvisto, como los amigos, a visitar nada más para ver cómo estás. Con presencias entrañables la actitud cambia; lo mismo pasa cuando llega el dolor.
Al final del día ahí estará, cuando el cansancio haga temblar los músculos de las piernas ¡va!, antes de dormir, mientras los ojos descansan en la última palabra de la última página que se leerá en el día, atosigará con su conocida presencia. En los lugares ignotos, remotísimos, cuando ninguna cara resulte familiar, el dolor, con su sola presencia, remitirá a rostros más conocidos: quizá el propio deformado súbitamente por una mueca de malestar.
Nadie nunca se acostumbra a vivir con dolor porque éste no es un factor de estabilidad. A pesar de eso, cuando no aparece si bien no se extraña, algo definitivamente hace falta.
Se aprende a hacer varias cosas al mismo tiempo: manejar y hablar por teléfono mientras estalla algo dentro del cráneo; hacer el amor y dar la bienvenida al imprevisto; a vivir, pues, con algo que solo atañe directamente a un solo individuo.
La migraña, a diferencia de otra clase de dolores, es algo personalísimo. Nadie nunca va a saber nada porque las variaciones posiblemente sean infinitas.

4 comentarios:

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

Que bien. Me gustó, cómo escribiste esta entrada. Escribe más. o_O

Adrián Santuario dijo...

tal vez empiece sitiando sus cabellos;
nada más, como no sean latidos presurosos;
nada, sino murmullos y espléndidas blasfemias,
todo, día a día porque, lamentablemente,
la única forma de entrar en ella
es como un simple y tortuoso
dolor de cabeza

Anónimo dijo...

excelente blog.

Zazenpan dijo...

Muy bueno hasta creo que entendí algo. Aunque creo que todos los dolores son personalísimos, tanto la migraña como el torzón y las palabras que los designan.

Un saludo.