miércoles, 16 de julio de 2008

Confrontar la pornografía

Originalmente en enmedio no.11, en proceso eterno de edición
http://www.larevistaenmedio.com


La pornografía es la primera aproximación al desnudo ajeno. Quizá no existan investigaciones al respecto, pero es posible que así sea. La segunda persona del singular (o del plural, dependiendo de los gustos de cada quien) se posa por primera vez frente a los destemplados y juveniles ojos que se desorbitan ante voluptuosidades antes solo insinuadas bajo la ropa.
Así el adolescente (queriendo abarcar tanto a hombres como mujeres; ambos, después de todo, están expuestos a que al de enfrente le falte la ropa) se autodescubre en una piel que no es la suya. A pesar de que las comparaciones con otros cuerpos pueden darse aun antes de presenciar un desnudo por primera vez, es cuando el joven se enfrenta a unas formas concretas que tiene los elementos necesarios para juzgar(se).
Aunque desnudos anteriores a la etapa avidez-por-la-pornografía estén en la mente del efebo, quedarán supeditados ante la inmediatez de la urgencia catalizada por un cuerpo labrado con proporciones casi áureas. Ni siquiera importará el mentado autodescubrimiento conciente: un explorar de la mano en el sexo, estimulándolo, tomará su lugar. Aunque más torpe y menos poética que la comparación de anatomías, la masturbación es una forma de explorar el propio cuerpo y tener opiniones muy puntuales sobre lo que gusta y lo que no.
En esa tónica puede entenderse a la pornografía como mentora. Individuos copulando o mostrando su sexo en una pantalla o documento impreso producen lúbricos pensamientos en alguien que probablemente no tenga la más remota idea de qué es la inflación o quién fue Scott Fitzgerald. Después de todo buscar soluciones a problemas económicos y leer no son necesidades básicas, y para pensar en ellas primero hace falta satisfacer lo esencial.
Siempre existirá a quien no le quede muy claro, así que vale la pena mencionar que tener relaciones sexuales es una necesidad. No una necesidad creada como las ganas de tomar refresco, sino una verdadera necesidad por aliviar cierto inconfesable ardor que escandaliza a todo el cuerpo, en ocasiones en los lugares menos apropiados.
Para los que no tienen pareja (o para las parejas que comparten todo) la pornografía es tabla de salvación y termina por desaparecer erecciones y humedad entre las piernas, además de que funciona como entretenimiento y entrenamiento para futuros dermatólogos. Con ella los derramamientos de semen no causan embarazos ni transmiten enfermedades sexuales. Que algunos actores las padezcan es otro tema.
La pornografía enfrenta al primerizo con el deseo de lo imposible. Lo hace querer algo que, al menos por el momento, no tendrá. Y más que causar frustración, le marca la pauta a la mano para continuar manipulando el sexo palpitante que se tensa c a d a v e z m á s, invitando al ejecutante a proferir ruiditos que van desde la rápida respiración hasta los más aventurados gemidos.
No solo la desnudez forma parte de la pornografía. Si por este término se entiende obra literaria o artística de carácter obsceno, y obsceno, a su vez, quiere decir “impúdico, torpe, ofensivo al pudor”, mientras que pudor implica “honestidad, modestia, recato”, puede decirse que cualquiera que lea la sección de política de un periódico mexicano gusta de ver pornografía. Incluso se disfruta con el café matutino y un beso del hijo en la frente.
Entonces la pornografía es, incluso, una aproximación al redescubrimiento de significados que se dan por hecho. Pensar en pornografía provoca ganas de leer el diccionario, de replantearse la personal manera de acercarse a los tabúes y encontrar una sutil forma, quizá mediante el aprehender el verdadero significado de la idea en cuestión, de deshacerse de ellos de una vez por todas.
Ver a los actores como objetos es un argumento consabido, un lugar común, en las discusiones donde adeptos y detractores se enfrentan a veces encarnizadamente. La pornografía es aproximación. Incluso al debate.

4 comentarios:

David Moreno dijo...

Me ha encantado el post...

Yo también siempre he pensado que tíos como Oscar Mario Beteta, Ruiz Healy o Sánchez Sussarey rayan en lo pornográfico con sus artículos...

saludos y abrazos....

Adrián Santuario dijo...

un cuarteto de lo que podría ser un 'pornosoneto':


me la jalo temprano delicioso,
despacio, con ritmo, sin censura,
contento, con fuerza, lujurioso,
paciente, sin tiempos ni premura.


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besos.

Anónimo dijo...

Muy bueno, buenísimo!

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

Puta madre, borré mi comentario puta madre, qué pinche tristeza. Estoy más enojado que triste.